11º El Principio de negación de los opuestos

«No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos; lo que importa es que comprendas que tú no has elegido ningún bando»

Aquí no se explica que haya que abandonar todo bando. Aquí se sugiere considerar la posición en que uno se encuentra, como resultado de factores ajenos a la propia elección; factores educacionales, de ambiente, etc. Tal actitud hace retroceder el fanatismo, al tiempo que permite comprender los bandos y las posiciones que asumen otras personas. Evidentemente, esta forma de considerar el problema de los bandos contribuye a la libertad de la mente y tiende un puente fraterno, hacia las demás personas aún cuanto estas no coincidan con mis ideas, o aparentemente se opongan a mis ideas.

Este Principio, al tiempo que reconoce la falta de libertad en las situaciones que uno no ha construido, afirma la libertad de negar las oposiciones si son parte de las mismas situaciones. En otras palabras: yo no he decidido ser alto o bajo, gordo o delgado y si esa condición esta acompañada de oposiciones a otros que tampoco eligieron su bando, tengo libertad para negar esa oposición. Yo no invente a los altos, a los bajos, a los gordos o a los delgados, por tanto niego toda oposición responsable.

Veamos sobre esto, una antigua enseñanza:

Los enemigos de Jesús decidieron ponerlo en dificultades presentándole dos posibilidades, de tal modo que eligiendo una, quedara en mala posición frente a la otra.

Se acercaron a el y dijeron: «Maestro, sabemos que eres amador de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios y que no te inclinas por nadie, ya que no tienes acepción de persona de hombres. Dinos pues que te parece. ¿Es lícito dar tributo a Cesar o el tributo debe ser para el culto religioso?». Mas Jesús, entendida la malicia de ellos, les dijo: «¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo».

Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: «¿De quién es esta figura?»

«De Cesar». Le dijeron.

Y Jesús respondió: «Pagad pues a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios».

Oyendo esto, sus enemigos se confundieron y dejándole, se fueron.


Ilustración de Rafael Edwards

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